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La comodidad que incomoda

A qué me refiero cuando hablo de “comodidad”? Advierto de antemano, que no me estoy refiriendo a un buen sillón o al andar de un auto de alta gama o a…

Hablo de una comodidad que adormece, que anestesia, que narcotiza…

Comodidad en el sentido de pensar que, en una relación conflictiva, es el otro el que tiene que cambiar.

Comodidad en el sentido de fingir “ser” para ese otro lo que “creemos” que ese otro quiere que seamos.

Comodidad en el sentido de entender que el problema lo tiene el otro y no yo.

Comodidad en el sentido de esperar que un otro me diga lo que debo ser y hacer (una pareja, Dios, un amigo, el terapeuta).

Comodidad en el sentido de asumir una actitud de queja constante: me lamento por lo que me pasa… hasta es real la angustia que siento por esa situación!

Comodidad en el sentido de delegar en ese otro, seguramente significativo para mí, las decisiones o acciones a tomar.

Por qué será tan atractivo y tan común ese lugar de comodidad? Para qué nos sirve? En qué nos beneficia? Qué implicaría salir de esa comodidad?

Entiendo que ese lugar de “comodidad” me exime de hacerme cargo de mi propia vida. Me salva de trabajar para entender y darme cuenta en qué estoy colaborando YO con esto que me pasa. Me permite depositar la “culpa” en ese otro si es que las cosas (que en definitiva decidió el otro y no yo) salieron mal.

Y acá es cuando incomoda…

Porque esa comodidad me lleva a autocompadecerme, a seguir autoagrediéndome con sentimientos de baja estima y descalificación. Incomoda cuando experimento que por más que deje que ese otro gerencie mi vida o delegue en él la responsabilidad de un cambio, nada cambia…

Creo que salir de esa comodidad implica ser responsable de mi propia vida, significa hacerme cargo de las consecuencias que tienen mis decisiones y acciones, tiene que ver con el asumir riesgos, (porque muchas veces las cosas no salen tan bien como las esperábamos)… en definitiva, salir de esa comodidad significa escribir el guión de mi propia vida aprendiendo a ser y hacer en la medida que voy viviendo, atravesando los momentos de incertidumbre y asumiendo que las fallas o los equívocos son parte del mismo proceso de la vida.

El desafío está, entonces, en ser protagonistas en la historia de nuestra vida y no meros espectadores de la misma.

Entrevista al Dr. MARIO ALONSO PUIG

Psiconeuroinmunobiología

El efecto de las palabras no dichas…

Hasta ahora lo decían los iluminados, los meditadores y los sabios; ahora también lo dice la ciencia: s
on nuestros pensamientos los que en gran medida han creado y crean continuamente nuestro mundo.
"Hoy sabemos que la confianza en uno mismo, el entusiasmo y la ilusión tienen la capacidad de favorecer las funciones superiores del cerebro. La zona prefrontal del cerebro, el lugar donde tiene lugar el pensamiento más avanzado, donde se inventa nuestro futuro, donde valoramos alternativas y estrategias para solucionar los problemas y tomar decisiones, está tremendamente influida por el sistema límbico, que es nuestro cerebro emocional. Por eso, lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando". Hay que entrenar esa mente.
-Más de 25 años ejerciendo de cirujano. ¿Conclusión?
-Puedo atestiguar que una persona ilusionada, comprometida y que confía en sí misma puede ir mucho más allá de lo que cabría esperar por su trayectoria.
-¿Psiconeuroinmunobiología?
-Sí, es la ciencia que estudia la conexión que existe entre el pensamiento, la palabra, la mentalidad y la fisiología del ser humano. Una conexión que desafía el paradigma tradicional. El pensamiento y la palabra son una forma de energía vital que tiene la capacidad (y ha sido demostrado de forma sostenible) de interactuar con el organismo y producir cambios físicos muy profundos.
-¿De qué se trata?
-Se ha demostrado en diversos estudios que un minuto entreteniendo en un pensamiento negativo deja el sistema inmunitario en una situación delicada durante seis horas. El distrés, esa sensación de agobio permanente, produce cambios muy sorprendentes en el funcionamiento del cerebro y en la constelación hormonal.
-¿Qué tipo de cambios?
-Tiene la capacidad de lesionar neuronas de la memoria y del aprendizaje localizadas en el hipocampo. Y afecta a nuestra capacidad intelectual porque deja sin riego sanguíneo aquellas zonas del cerebro más necesarias para tomar decisiones adecuadas.
-¿Tenemos recursos para combatir al enemigo interior, o eso es cosa de sabios?
-Un valioso recurso contra la preocupación es llevar la atención a la respiración abdominal, que tiene por sí sola la capacidad de producir cambios en el cerebro. Favorece la secreción de hormonas como la serotonina y la endorfina y mejora la sintonía de ritmos cerebrales entre los dos hemisferios.
-¿Cambiar la mente a través del cuerpo?
-Sí. Hay que sacar el foco de atención de esos pensamientos que nos están alterando, provocando desánimo, ira o preocupación, y que hacen que nuestras decisiones partan desde un punto de vista inadecuado. Es más inteligente -no más razonable- llevar el foco de atención a la respiración, que tiene la capacidad de serenar nuestro estado mental.
-¿Dice que no hay que ser razonable?
-Siempre encontraremos razones para justificar nuestro mal humor, estrés o tristeza, y esa es una línea determinada de pensamiento. Pero cuando nos basamos en cómo queremos vivir, por ejemplo sin tristeza, aparece otra línea. Son más importantes el qué y el por qué que el cómo. Lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando.
-Exagera.
-Cuando nuestro cerebro da un significado a algo, nosotros lo vivimos como la absoluta realidad, sin ser conscientes de que sólo es una interpretación de la realidad.
-Más recursos...
-La palabra es una forma de energía vital. Se ha podido fotografiar con tomografía de emisión de positrones cómo las personas que decidieron hablarse a sí mismas de una manera más positiva, específicamente personas con trastornos psiquiátricos, consiguieron remodelar físicamente su estructura cerebral, precisamente los circuitos que les generaban estas enfermedades.
-¿Podemos cambiar nuestro cerebro con buenas palabras?
-Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906, dijo una frase tremendamente potente que en su momento pensamos que era metafórica. Ahora sabemos que es literal: "Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro".
-¿Seguro que no exagera?
-No. Según cómo nos hablamos a nosotros mismos moldeamos nuestras emociones, que cambian nuestras percepciones. La transformación del observador (nosotros) altera el proceso observado. No vemos el mundo que es, vemos el mundo que somos.
-¿Hablamos de filosofía o de ciencia?
-Las palabras por sí solas activan los núcleos amigdalinos. Pueden activar, por ejemplo, los núcleos del miedo que transforman las hormonas y los procesos mentales. Científicos de Harvard han demostrado que cuando la persona consigue reducir esa cacofonía interior y entrar en el silencio, las migrañas y el dolor coronario pueden reducirse un 80%.
-¿Cuál es el efecto de las palabras no dichas?
-Solemos confundir nuestros puntos de vista con la verdad, y eso se transmite:
La percepción va más allá de la razón. Según estudios de Albert Merhabian, de la Universidad de California (UCLA), el 93% del impacto de una comunicación va por debajo de la conciencia.
-¿Por qué nos cuesta tanto cambiar?
-El miedo nos impide salir de la zona de confort; tendemos a la seguridad de lo conocido, y esa actitud nos impide realizarnos. Para crecer hay que salir de esa zona.
-La mayor parte de los actos de nuestra vida se rigen por el inconsciente.
-Reaccionamos según unos automatismos que hemos ido incorporando. Pensamos que la espontaneidad es un valor; pero para que haya espontaneidad primero ha de haber preparación, si no sólo hay automatismos. Cada vez estoy más convencido del poder que tiene el entrenamiento de la mente.
-Déme alguna pista.
-Cambie hábitos de pensamiento y entrene su integridad honrando su propia palabra. Cuando decimos "voy a hacer esto" y no lo hacemos alteramos físicamente nuestro cerebro. El mayor potencial es la conciencia.
-Ver lo que hay y aceptarlo.
-Si nos aceptamos por lo que somos y por lo que no somos, podemos cambiar. Lo que se resiste, persiste. La aceptación es el núcleo de la transformación.

Las preguntas que no nos hacemos

Me encuentro, una y otra vez, con personas que nunca se preguntan para qué estar en pareja?, para qué estar de novio?, para qué formar una pareja y tener una relación con un otro?, para qué?...

Y las respuestas que escucho son: porque es trabajador, porque tenemos muchos gustos en común, porque nos gusta hacer cosas juntos, porque tengo buen sexo con él/ella, porque a ella le gusta ir a pescar (… y es poco probable que encuentre otra chica que le guste ir a pescar… y tiene razón!!!), porque es buena persona, tiene atributos que son importantes para mí, me “sirve”, me “cierra”, etc. etc. etc. Todas estas respuestas son nada más que explicaciones y responden más bien a un “por qué?” no al “para qué” formulado.

Con altísima frecuencia la respuesta al “para qué” no está pensada, reflexionada, transitada… El “para qué” abre, nos lleva hacia delante, tiene que ver con una finalidad, con el futuro… el “por qué”, por el contrario, lleva a las causas, al origen, estanca, es un hecho terminado… y una relación de pareja es dinámica, cambia, se actualiza.

Y así como creo que no estamos en este mundo para sufrir, creo que una pareja no se forma para “sufrir”, que dos no se juntan para pasarla mal, para competir a ver quién sufre más que el otro.

Entonces, por qué encuentro, una y otra vez, dos que están juntos para sufrir???. Como dice mi supervisor y maestro, el Dr. Jorge Rocco, muchas parejas tienen un “pacto de sufrimiento”. Nos perdemos de volver a preguntarnos para qué estamos juntos transitando caminos que nos conducen cada vez más al dolor y a la insatisfacción: te castigo porque no sos como yo imaginé que serías, te descalifico y te degrado para demostrarte que yo tengo la razón, te desprecio y te desvalorizo porque no me das lo que yo necesito. Nos confundimos!!! El otro deja de ser un actor, un participante de este “para que estar juntos” a ser un utilitario, un proveedor de cosas que me faltan y que necesito, un medio para cumplir con mis fines y proyectos… confundimos el mapa con el territorio y de ahí al sufrimiento no hay más que un paso.

En esto de no preguntarnos, de vivir apresuradamente, cumpliendo con mandatos, con órdenes no cuestionadas ni tamizadas, mucho menos pensadas, vidas “como sí”, vacías de sentido, inauténticas, “sufrimos” las relaciones y los vínculos.

Tenemos definiciones poco felices sobre el amor, la pareja, el “para qué” y con arduo trabajo llegamos a elegir, en el mejor de los casos, no estar con un otro para sufrir y pasarla mal, para castigarnos y maltratarnos. Muchas veces no nos damos cuenta que, ayudando a que el otro no sufra, dejamos nosotros de sufrir… aunque ese ayudar al otro a que no sufra sea aceptar separarnos y despedirnos bien.

Y cierro con otra pregunta que busca respuesta: qué cosas hago o dejo de hacer para que esto suceda? Ya sea que se trate de pasarla bien con un otro o de sufrir junto con él/ella.

Debe ser amor...

Cuántas veces escuchamos y damos definiciones del amor, del estar enamorados??? Si hiciéramos un ejercicio de aislarlas de su contexto, de la subjetividad de quién la dice y de quién la escucha y, de ser posible, de la emoción que conlleva la declaración, creo que nos llevaríamos una gran sorpresa.

Jorge Antognazza, en su libro llamado "Parejas tormentosas" enumera algunas de estas definiciones y agrego unas más. Los invito a leerlas, haciendo el esfuerzo de abstraerlas de cualquier historia, incluida la nuestra.

1- Es un buen compañero, lo necesito... debe ser que lo amo.
2- Estoy tan acostumbrado a ella que no me puedo pensar con otra... debe ser que la amo.
3- Cuando no está, lo extraño... debe ser que lo amo.
4- Pobre, está tan desvalido en la vida, me da lástima, yo estoy más estable y quiero ayudarlo... debe ser que lo amo.
5- Si siento culpa porque conocí a otra persona... debe ser que la amo.
6- Estoy siempre a su disposición, para todo... debe ser que lo amo.
7- Me aguanto todo, confío en que esto va a pasar y él va a cambiar... debe ser que lo amo.
8- No puedo estar un minuto alejado de ella... debe ser que la amo.
9- A pesar de todas nuestras peleas, seguimos juntos... debe ser que nos amamos.
10- Pienso todo el día en él... debe ser que lo amo.
11- No la puedo olvidar... debe ser que la amo.

Y estoy segura que la lista continuaría si cada uno de Uds. agregara más definiciones. Pero pregunto: puedo pensar que algunas de estas declaraciones son evidencias de la existencia de amor entre dos? Intentaron separar cada frase, leerla como un hecho aislado de un contexto, de una historia, de rostros???
Parecería que, al leerlas, cada frase es un sin sentido en sí misma... llego a la conclusión de que amo a alguien por deducción, por consecuencia de un hecho o varios... por descarte???

Creo que tenemos una idea confusa de lo que es el amor. El amor es una construcción de dos, una energía que alimentar, que cuidar, que disfrutar, que compartir. Cuando es así, no necesito buscar "indicadores" que me señalen que debe tratarse de amor. Cuando el amor crece fundándose en el respeto, la buena comunicación y la aceptación de las diferencias, no necesita comprobantes de su existencia, porque simplemente "es"... está, vive y se regenera en la misma relación.

Círculo de preocupación- Círculo de influencia

Stephen Covey habla del “circulo de preocupación” y del “círculo de influencia”. Creo que una de las cosas que más escucho, en el consultorio y en la vida, es la queja, la preocupación, el esperar que las cosas sucedan, el “saber” que la culpa o responsabilidad es del otro y que yo nada tengo que ver o hacer, el dejar en manos de alguien, una pareja, Dios, el terapeuta, el gerenciamiento y la administración mi vida.

Covey propone pensar en qué “invertimos” nuestro tiempo y energía. Muchas son las áreas que nos preocupan: la educación de los hijos, el aumento del súper, la enfermedad de algún ser querido, la falta de respeto por la ley y por las normas, la pobreza, el calentamiento global, la inseguridad, etc.: círculo de preocupación.
Cuando miramos estas cuestiones, nos damos cuenta que sobre algunas de estas cosas no tenemos ni remotamente ningún grado de control real y con respecto a otras, algo podemos hacer. Sobre éstas, sobre las que algo podemos hacer, podríamos inventar otro círculo que se llame: círculo de influencia, más pequeño.

Sobre cuál de estos dos círculos depositamos la mayor parte de nuestra energía y de nuestro tiempo?
Hay personas proactivas, que centran su energía, sus habilidades y su voluntad en aquellas cosas sobre las que algo se puede hacer. El término “proactividad” es muy utilizado hoy en día por las consultoras, por la gente de RRHH, etc. pero no está en el diccionario y va más allá de tomar iniciativas. Significa ser responsable de nuestros propios actos, de la vida, de las decisiones y de las consecuencias de las acciones que tomamos. “Tenemos la iniciativa y la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan” dice Covey. Claro, que es más fácil y más cómodo que esto quede en manos de otro. Las personas reactivas centran sus esfuerzos en el círculo de preocupación. El foco está puesto en los errores de los demás, en lo que no hicieron bien, en lo que ya pasó, en circunstancias sobre las que no hay ningún grado de control. Esto genera sentimientos de culpa, acusaciones, resentimientos y un alto grado de impotencia. La energía negativa que emerge termina por alejarnos de aquellas cosas en las que sí podemos trabajar y hacer algo, termina haciendo que el círculo de influencia se achique.

Cuando nos centramos en el círculo de preocupación, otorgamos a las cosas que están en su interior el poder de controlarnos. De sentimientos reactivos obtengo más de lo mismo: malestar, más preocupación, menos cambio y nada de modificación. Cuando nos centramos en aquellas cosas en las que podemos influir, sobre las cuales podemos hacer algo, la energía positiva se amplía y el círculo de influencia se agranda.


Muchas veces, casi siempre, me atrevería a decir, el material precioso sobre el que tenemos influencia y podemos trabajar somos nosotros mismos. Así salimos de la comodidad, del anonimato, de la “anestesia” del “qué se le va a hacer”, del “para qué hacer algo si nada va a cambiar”, del “me criaron así”, del “lo que yo pudiera hacer es tan pequeño al lado del problema que hay”, etc. etc. etc.
Tanto en lo personal, como en lo comunitario, creo, todos podemos actuar responsablemente en nuestro círculo de influencia y ampliarlo provocando cambios.

La lucha por el poder y el amor

Carl Jung dijo: "Donde hay amor no hay poder, donde hay poder no hay amor".
Tal vez sea más fácil identificar esta idea en espacios políticos, y creo que lo que nos está pasando como país, con nuestros gobernantes, es una vasta muestra de ello.
Pero me preguntaba cómo pensar esta dicotomía en una relación de pareja, en un vínculo "afectivo". Pareciera que, en entornos de relaciones más cercanas, el "amor" es un hecho dado, "obvio", inherente a la relación. Pero acá Jung dice, que donde hay poder no hay amor... categórico no?.
Podríamos pensar entonces, qué es lo que hay cuando hay poder... inseguridad, temor a ser sometido, a ser "devorado", a dejar de ser quién soy???. Y me parece que está claro que en este escenario, el amor no tiene lugar.
Y cómo hacer, entonces, para despejar esta "lucha" por la supervivencia, por el dominio del más fuerte? Estamos impregnados en nuestra cultura de un fuerte "dualismo": blanco-negro, bueno-malo, oficialismo-oposición, amor-odio, el bien-el mal, mente-cuerpo, etc... así aprehendemos la realidad, así crecemos, así conocemos. Esto nos conduce directamente a un juego de poder... nada más empobrecedor, a mí criterio.
Entonces si pienso en un vínculo, en una relación, donde la prioridad sea la integración, la cooperación en este camino juntos, en la complementación, en la siembra y en la co-construcción de espacios y acuerdos que contemplen "nuestras" necesidades, no habrá lugar para un campo de batalla, no habra temor a ser avasallado por el otro ni una dedicación en tiempo y energía para que seas quien creo que deberías ser.
En un espacio de respeto por mi mismo y por el otro, el amor puede crecer, dar fruto y expandirse, porque creo, que no nos encontramos con un otro para "batallar" sino para amar y ser amados.

Un problema en el amor

Creer que existe alguien que a uno lo va a sacar de sí mismo, al punto de transformarse en un esclarecedor del mundo y un ordenador de todos los conflictos, es una ilusión. Al enamorarse uno puede creerla, fomentarla, disfrutarla, pero lo cierto es que hay muchas cosas que uno tiene que hacer por sí mismo, solo. Las cuestiones personales de fondo son temas de cada uno. El otro puede ser una presencia determinante, pero siempre y cuando uno sea el que está avanzando en un camino de desarrollo personal.El amor, entonces, estar con el otro y estar bien, se alimenta necesariamente con batallas individuales, con batallas que cada uno tiene que dar por sí mismo. Y si uno no las da, el amor decae, porque decae todo en uno. Pero el problema no es "de la relación", se evidencia en él, siendo en realidad propio.La batalla propia es la del sentido personal: qué quiere uno de la vida, cómo se lo va a procurar, si está siendo activo en ese camino o no. Las parejas que funcionan requieren que cada uno sea activo y resolutivo en ese rumbo. Es un requisito personal para el amor.

Extraído del blog www.volando.net de Alejandro Rozitchner

Emilio Calatayud Pérez - Lección Magistral

Emilio Calatayud Pérez - Lección Magistral (1)

http://www.youtube.com/watch?v=K2GTauJT5Vg


Emilio Calatayud Pérez - Lección Magistral (2)

http://www.youtube.com/watch?v=91gDdSSX_jk&feature=related

Paradigmas

“Un grupo de científicos encerró a cinco monos en una jaula, en cuyo centro colocaron una escalera y sobre de ella un manojo de plátanos bien sujeto en lo más alto de la jaula.
Cuando uno de los monos trepaba por la escalera para alcanzar la fruta, los científicos lanzaban un chorro de agua bien fría sobre los monos que se quedaban en el suelo.
Pasado algún tiempo, los monos aprendieron la relación entre la escalera y el agua, de modo que cuando un mono iba a trepar por la escalera, los otros lo castigaban a golpes.
Después de haberse repetido varias veces la experiencia, ningún mono intentaba la hazaña de la escalera, a pesar de la tentación de los plátanos.
Entonces, los científicos sustituyeron a uno de los monos por otro nuevo y lo primero que intentó hacer el mono novato al ver los plátanos fue trepar por la escalera.
El resto de los monos, rápidamente lo bajaron y golpearon antes de que saliera el agua fría sobre de ellos –y después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo nunca más intento trepar por la escalera.
Un segundo mono fue sustituido y ocurrió el mismo evento; es decir, vio la fruta, intentó trepar y fue castigado por sus compañeros, y el primer mono sustituido participó con especial entusiasmo en la paliza del nuevo mono.
Un tercer mono fue cambiado, repitiéndose el evento; un cuarto, y así sucesivamente todos los monos originales fueron sustituidos…
Los científicos se quedaron al final con un grupo de monos que, a pesar de no haber recibido nunca una ducha de agua fría, continuaban golpeando a aquél que intentaba llegar hasta los plátanos.”

Qué decimos cuando decimos...

Entre lo que pienso,
lo que quiero decir,
lo que creo decir,
lo que digo,
lo que vos querés escuchar,
lo que creés entender,
lo que querés entender,
lo que entendés,
lo que me respondés,
hay 9 posibilidades al menos de no entenderse…
pero por favor...
sigámoslo intentando.

Oración Guestáltica

Yo soy yo
y vos sos vos.
Yo no estoy en este mundo
para satisfacer todas tus expectativas,
y sé,

que vos no estás en este mundo
para satisfacer todas las mías.
Porque yo soy yo
y vos sos vos.
Y cuando vos y yo nos encontramos, es hermoso.
Y cuando encontrándonos, no nos encontramos,
no hay nada que hacer.

Fritz Perls