Carl Jung dijo: "Donde hay amor no hay poder, donde hay poder no hay amor".
Tal vez sea más fácil identificar esta idea en espacios políticos, y creo que lo que nos está pasando como país, con nuestros gobernantes, es una vasta muestra de ello.
Pero me preguntaba cómo pensar esta dicotomía en una relación de pareja, en un vínculo "afectivo". Pareciera que, en entornos de relaciones más cercanas, el "amor" es un hecho dado, "obvio", inherente a la relación. Pero acá Jung dice, que donde hay poder no hay amor... categórico no?.
Podríamos pensar entonces, qué es lo que hay cuando hay poder... inseguridad, temor a ser sometido, a ser "devorado", a dejar de ser quién soy???. Y me parece que está claro que en este escenario, el amor no tiene lugar.
Y cómo hacer, entonces, para despejar esta "lucha" por la supervivencia, por el dominio del más fuerte? Estamos impregnados en nuestra cultura de un fuerte "dualismo": blanco-negro, bueno-malo, oficialismo-oposición, amor-odio, el bien-el mal, mente-cuerpo, etc... así aprehendemos la realidad, así crecemos, así conocemos. Esto nos conduce directamente a un juego de poder... nada más empobrecedor, a mí criterio.
Entonces si pienso en un vínculo, en una relación, donde la prioridad sea la integración, la cooperación en este camino juntos, en la complementación, en la siembra y en la co-construcción de espacios y acuerdos que contemplen "nuestras" necesidades, no habrá lugar para un campo de batalla, no habra temor a ser avasallado por el otro ni una dedicación en tiempo y energía para que seas quien creo que deberías ser.
En un espacio de respeto por mi mismo y por el otro, el amor puede crecer, dar fruto y expandirse, porque creo, que no nos encontramos con un otro para "batallar" sino para amar y ser amados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario