Las preguntas que no nos hacemos

Me encuentro, una y otra vez, con personas que nunca se preguntan para qué estar en pareja?, para qué estar de novio?, para qué formar una pareja y tener una relación con un otro?, para qué?...

Y las respuestas que escucho son: porque es trabajador, porque tenemos muchos gustos en común, porque nos gusta hacer cosas juntos, porque tengo buen sexo con él/ella, porque a ella le gusta ir a pescar (… y es poco probable que encuentre otra chica que le guste ir a pescar… y tiene razón!!!), porque es buena persona, tiene atributos que son importantes para mí, me “sirve”, me “cierra”, etc. etc. etc. Todas estas respuestas son nada más que explicaciones y responden más bien a un “por qué?” no al “para qué” formulado.

Con altísima frecuencia la respuesta al “para qué” no está pensada, reflexionada, transitada… El “para qué” abre, nos lleva hacia delante, tiene que ver con una finalidad, con el futuro… el “por qué”, por el contrario, lleva a las causas, al origen, estanca, es un hecho terminado… y una relación de pareja es dinámica, cambia, se actualiza.

Y así como creo que no estamos en este mundo para sufrir, creo que una pareja no se forma para “sufrir”, que dos no se juntan para pasarla mal, para competir a ver quién sufre más que el otro.

Entonces, por qué encuentro, una y otra vez, dos que están juntos para sufrir???. Como dice mi supervisor y maestro, el Dr. Jorge Rocco, muchas parejas tienen un “pacto de sufrimiento”. Nos perdemos de volver a preguntarnos para qué estamos juntos transitando caminos que nos conducen cada vez más al dolor y a la insatisfacción: te castigo porque no sos como yo imaginé que serías, te descalifico y te degrado para demostrarte que yo tengo la razón, te desprecio y te desvalorizo porque no me das lo que yo necesito. Nos confundimos!!! El otro deja de ser un actor, un participante de este “para que estar juntos” a ser un utilitario, un proveedor de cosas que me faltan y que necesito, un medio para cumplir con mis fines y proyectos… confundimos el mapa con el territorio y de ahí al sufrimiento no hay más que un paso.

En esto de no preguntarnos, de vivir apresuradamente, cumpliendo con mandatos, con órdenes no cuestionadas ni tamizadas, mucho menos pensadas, vidas “como sí”, vacías de sentido, inauténticas, “sufrimos” las relaciones y los vínculos.

Tenemos definiciones poco felices sobre el amor, la pareja, el “para qué” y con arduo trabajo llegamos a elegir, en el mejor de los casos, no estar con un otro para sufrir y pasarla mal, para castigarnos y maltratarnos. Muchas veces no nos damos cuenta que, ayudando a que el otro no sufra, dejamos nosotros de sufrir… aunque ese ayudar al otro a que no sufra sea aceptar separarnos y despedirnos bien.

Y cierro con otra pregunta que busca respuesta: qué cosas hago o dejo de hacer para que esto suceda? Ya sea que se trate de pasarla bien con un otro o de sufrir junto con él/ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario